El Juez de Paz y la armonía en las comunidades
La vida en comunidad supone un reto para los individuos por cuanto existen una cantidad de reglas no siempre escritas para poder llevar a cabo una convivencia armónica. Partiendo de la base del respeto, los miembros de una comunidad se interrelacionan por el fin común que es un beneficio colectivo, lo cual se traduce en calidad de vida.
Muchas veces se suceden situaciones conflictivas que requieren la intervención de un Juez de Paz, quien ejecuta procedimientos alternativos que cierran la brecha entre los individuos y el sistema de administración pública de justicia, a fin de mejorar la armonía entre los miembros de una comunidad.
Para ser Juez de Paz se requiere la nacionalidad venezolana, ser mayor de treinta años de edad y para el momento de la elección, ha de tener por lo menos más de tres años de residencia ininterrumpida en la circunscripción donde ejercerá sus funciones.
Estas personas, quienes no necesariamente son abogados de profesión, asisten a un Programa Especial de Adiestramiento de Jueces de Paz y son juramentados por el Tribunal Supremo de Justicia.
Para este procedimiento alternativo para la resolución de conflictos, se ha de contar con cualidades humanas particulares. El Juez de Paz ha de ser una persona de reconocida seriedad laboral, moral y ha de ser hábil para conciliar el diálogo respetuoso entre las personas que tengan un conflicto determinado, mediante el arbitraje, la conciliación y la mediación, contemplados en la normativa constitucional.
La Ley Orgánica del Poder Judicial es el ente que regula los juzgados de paz y establece que en las localidades donde no exista Juzgado de Primera Instancia, han de procurarse la resolución de conflictos a través de un Juez de Paz. Son nombrados por el Gobierno del Tribunal Superior de Justicia, cuyo cargo tiene una duración de cuatro años, tiempo durante el cual pasan a ser integrantes del Poder Judicial y gozan por lo tanto de inmovilidad temporal.